martes, 24 de febrero de 2009

Olvido

Con un palo dibujó su nombre en la orilla. Ninguna ola pudo jamás con ella.

viernes, 16 de mayo de 2008

Verde


La espesa luz que se filtraba a través del polvo de los cristales iba escaseando a medida que una torre de cajas de cartón vacías se formaba junto a la ventana.


Era la parte de la mudanza que mas entusiasmaba a Julián; hacer de ese estudio un hogar a base de colocar fotos, pósters y libros por todas partes. La mayor parte de su ropa seguía encerrada en cajas en otra esquina del salon, como en una huelga de pantalones esperando un sitio reconocible antes de salir a aquel armario nuevo de un nuevo edificio en un pais desconocido.


Uno tras otro iba sacando libros y colocándolos al azar en la estantería cuando encontró uno que no le sonaba de nada. La encuadernación era totalmente verde sin ninguna inscripción, como si hubiese perdido la sobrecubierta. Abrió por la primera página y vió que estaba escrito a mano, con un trazo tosco y sobrio pero claro y fácil de leer. El suyo propio. Parecía un diario, pero la forma de su escritura le resultaba demasiado reciente como para tener la sensación de que era la primera vez en su vida que veía aquellas páginas.


Un miedo irracional iba susurrándole mientras trepaba por su columna y le paralizaba los músculos. Lo primero que pasó por su cabeza fue lanzar el libro por la ventana y correr. Pero en lugar de eso cayó en el sillón mas cercano y no pudo hacer otra cosa que leer. Desde la primera página y sin saltarse una línea. No había motivo para asustarse, tendría que recordar cuándo había escrito aquello o si tal vez alguien le había copiado la letra demasiado bien y le estaba jugando una broma pesada.


No tardó en confirmar que se trataba de un diario, y párrafo a párrafo fue leyendo su vida desde que tuvo conocimiento de ella. Sin saber por qué, se fue tranquilizando. De un momento a otro recordaría cúando había escrito aquel diario. Tal vez hacía ya miles de años.


Fue saltando de su infancia a la adolescencia con una sonrisa en los labios. Había muchas cosas escritas que ya ni recordaba; juegos infantiles, amores de colegio, sensaciones, su primer trabajo... Detalles que no sabía nadie mas que él. Enfrascado como estaba no cayó en la cuenta de cúanto iba avanzando la historia hasta que la sangre se heló en sus manos y el libro cayó al suelo. Aquello no era lo que había pasado. Cogió de nuevo el libro y continuó leyendo aquella historia que ya no era suya. Cómo había rechazado un mes antes aquel trabajo en el extranjero. Su boda con Celia en Salamanca rodeados de amigos en lugar de la amarga ruptura que todavía estaba superando. Leyó cómo se mudaban a la costa, conoció a sus tres hijos y enterró a sus padres. Leyó cómo montaba su propio negocio y prosperaba. Cúanto sufrió con las muertes de Raquel y Pablo. A medida que avanzaba se iba formando delante de sus ojos imagenes, sonidos, sentimientos. Una película que terminó plácidamente en la cama de un hospital, rodeado de seres queridos.


Solo al cerrar tras la úlima página se dio cuenta de las lágrimas que empapaban ya su ropa y del sol que empezaba de nuevo a despuntar. Aún temblando colocó el libro verde en el primer hueco de la estantería y esbozó la media sonrisa mas amarga del mundo. Aquella mañana fue la primera en su nuevo trabajo, en su nueva vida aun por escribir.

domingo, 21 de octubre de 2007

Como cada noche

Como cada noche, el incienso no evitó que oliese tu fragancia mucho antes de escucharte. Como cada noche, la piel de mi nuca se erizó al sentir el contacto de tus dedos acariciando mi pelo. Como cada noche, me perdí en el océano que empezaba en el azul de tus ojos. Como cada noche, me quitaste la ropa y nos fundimos en un solo cuerpo hasta olvidarnos de quienes éramos. Y como cada noche, mi alarido y tus manos llenas de sangre y metal me devolvieron a una realidad de sudor, sábanas y colchón medio vacío.

Como cada mañana, volví buscando explicaciones a la calle donde me choqué contigo por casualidad y donde nuestros ojos se cruzaron por primera y ultima vez.

martes, 14 de agosto de 2007

Futuro

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Esto es un proyecto que pensé hace casi dos años y desde entonces llevo intentando escribir. En realidad es mucho mas grande que este relato, pero quería empezar con una introducción, sobre todo para ver cómo cuajaba fuera de mi cabeza. Casi tal vez mas que un relato son un conjunto de miedos expresados en voz alta. Porque... todo es ficción... no?

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Hola.


Si lees esto seguramente me hayan cogido ya. No se si habrá alguien mas en mi situación, pero en tal caso no le vendrá mal conocer esto. Desperté hace varias semanas después de ser objeto involuntario de un experimento clandestino que me tuvo ciento cuarenta y dos años congelado, en coma. Cuando aprendí un poco sobre dónde estaba y pude recuperar el movimiento tras más de una vida sin usar mis músculos, decidí escapar lo más rápido que pude del sótano en que me hallaba encerrado, pero al despertar no sabía absolutamente nada de dónde me encontraba. No tenía ni la más remota idea de en qué se había convertido el mundo.


Mientras, como decía antes, recuperaba mi movilidad perdida, me enteré de muchas cosas. Supe de todas las reunificaciones y divisiones que se produjeron en lo que antes se conocía como Europa, y que ahora se llama Zona Cero. Tiene gracia. En mi época, antes del accidente de moto que me dejó en coma (o eso creo, ya que es el último recuerdo que tengo antes de despertarme), todos pensábamos que habría una tercera y sanguinaria guerra mundial atómica, o algo por el estilo, pero no sucedió así. Las guerras fueron para los países pobres. Los ricos negociaban. Y ante todo, controlaban.


Supe del vasto desarrollo que se produjo en nanotecnología, y de cómo tras multitud de amenazas terroristas, primero islamistas y años mas tarde soviéticas, se empezó a implantar en cada persona la H. Era una forma de precaución absoluta, y la evolución natural de los chips de radiofrecuencia que ya se utilizaban en mi época con delincuentes, o en pasaportes, o incluso en los productos de supermercado. La H es una especie de vértebra muy pequeña, con forma de hache, que sin ningún dolor se implanta en la columna vertebral. Al comienzo tuvo muchos enemigos, pues era un sistema capaz de identificarte sin error a miles de kilómetros y mandar los datos a un satélite que vigilaba tus pasos allá donde estuvieses.


Como digo, tuvo muchos enemigos, pero el miedo a un atentado les fue callando uno tras otro. Las detenciones eran instantáneas. Se podía vigilar a un sospechoso con una efectividad total. Esto acabó con las amenazas terroristas, y poco a poco se le fue dando un mayor uso a esta vértebra postiza. Se rediseñó y perfeccionó en el control de la identidad. Las armas empezaron a fabricarse de forma que, por reconocimiento de las pautas en las venas de la mano, sólo pudiesen dispararlas las personas para las que se habían designado, y cada vez que se apretaba el gatillo el arma emitía una señal indicando dónde se había efectuado el disparo y quién lo había hecho. Se podían reprogramar, por supuesto, toda ley tiene su trampa, pero no era nada fácil, ni mucho menos al alcance de cualquiera, y el índice de criminalidad cayó más que en picado.


Por supuesto que seguía habiendo crímenes, creo que por suerte todavía nadie ha encontrado una cura para la impulsividad humana, pero esos crímenes eran muy pocos, y aún menos se producían con armas de fuego. Tal vez otra de las razones que mas influyeron en esta caída de la delincuencia estaba también en la H. Simplemente con pensarlo, de la misma forma que otros implantes se usaban como teléfonos, se podía enviar una señal de ayuda en cualquier momento y lugar. Con esta señal, Hércules actuaba inmediatamente. Pero no me adelantaré en la explicación.


Lo que mas preocupaba a la gente era vivir más seguros, no les importaba tener una vértebra falsa que controlase sus movimientos, ya que no iban a hacer nada malo, ¿verdad?. El 60% de la investigación mundial se desarrolló enteramente dentro de ese campo, así que tras muchas negociaciones, los líderes la Zona Cero y del resto de países desarrollados decidieron la creación de las tres grandes compañías.


Zeus se encarga del desarrollo e investigación de las H. Su perfecto funcionamiento depende de ellos. El ámbito de Hércules es la monitorización e investigación de personas, armas, y señales de ayuda recibidas, y de la coordinación de esta señal con cualquier cuerpo de seguridad. La última compañía tuvo que ver con la desaparición del dinero físico y las tarjetas de crédito. Por ejemplo, para comprar, una persona sólo tiene que coger lo que quiera y pasar el arco de salida de la tienda y automáticamente su H enviará una señal a la tercera compañía, Jasón, la cual comprobaba el dinero de esa persona y autorizaba o no la compra. El 96% de los pequeños robos también fueron controlados. Si por casualidad encontrabas el chip de frecuencia de un producto e intentabas quitarlo, descubrías que decenas de cámaras con sistema de reconocimiento facial te llevaban grabando desde que entraste. Las mismas cámaras que en la calle te reconocían al instante en cada paseo, compra, o beso que dabas. Además, si la posición que revelaba la cámara no coincidía con la que debía estar mandando tu H en ese momento, ellos lo sabían. El control perfecto. Además de ilegal, era imposible sobrevivir sin tener esa vértebra de silicio.


Nadie habla de las funciones ofensivas de la H. No se habla de cómo paraliza a quien comete una infracción paralizando su sistema nervioso. Nadie habla de ello porque nunca vas a hacer nada que ellos consideren malo y no tienes de qué preocuparte. Nadie habla de lo que teme.


Debo ser en este momento la única persona que no tiene todavía una vértebra más en su espalda, y no tengo idea de cuánto tardarán en cogerme, es sólo cuestión de tiempo. Como he explicado, no puedo mostrarme libremente por la calle sin ser detectado, y cuando eso ocurra, no se lo que ocurrirá conmigo. En todo lo que he aprendido hasta hoy no había referencias a ningún tipo de cárcel. Tal vez sí que han aprendido a moldear la mente humana y simplemente me integrarán en la sociedad con mi H y algún ajuste en la conducta. Tal vez mi manera de ver las cosas sea distinta a la de todos, y donde yo asocio control con mal, el resto del mundo lo asocie con el bien para todos. Tal vez yo, sintiéndome la persona más libre soy precisamente el más infeliz en este mundo en el que no encajo. Tal vez al final eso sea lo único importante, sentirte feliz.

Nada de eso lo tengo claro. Lo único que sí sé, es que ahora solo puedo llorar por el día en que alegremente decidimos violar a la libertad y pintar nuestras vidas del color de los barrotes de una gran cárcel.

miércoles, 20 de junio de 2007

Instante

Una cesta de mimbre. Muñecos de trapo, espadas de madera, siempre con los mismos primos como protagonistas. Ropa incómoda, órdenes. Paseos a caballo, carreras. Un mantel en el prado. El olor de la hierba. Isabella. Clases interminables, órdenes. Sentimientos que empiezan a despertar. Las espadas ya no son de madera. Me obligan a aprender mas rápido. Cerca de la cama de padre, viéndole morir. Lágrimas. Isabella. Ceremonias. Órdenes. La corona me queda demasiado grande. Me casan con Cristina. No me gusta tocarla. Isabella. Documentos que firmar. Cañones, que tampoco son de madera. Sangre, un niño corriendo. Perdemos. Reuniones. Soluciones. Ninguna vale. Tensión. Isabella se casa, dejamos de vernos. Rebeldes, ejecuciones. Sangre. Mas sangre. Gritos. Lou me traiciona. Una venda, oscuridad. Multitud, todos expectantes. El tiempo se detiene, puedo leer los rostros de todas las personas de la plaza. La cuchilla cae. Una cesta de mimbre. Viva el rey.