jueves, 24 de noviembre de 2005

Houston...

Tenemos un problema.

El ente en que creais cada uno, lo sabe... Lo intento, de verdad.

Ya estoy harto de pasar un dia tras otro, diciendome "venga Raúl, esta noche escribes algo". Llevo asi un mes, joer. La última vez que escribí algo fué el día de mi cumpleaños, hace ya mas de un mes. Que tampoco es tan aburrida ni triste mi vida, al contrario, ahora estoy bastante bien... Pero parece que sin mi imaginación ni mi mojo.

Así que nada, tenía ganas de poner algo, aunque no fuera un relato. Y por la gloria de naranjito que ya mismo tendrá que pasarse algo por mi cabeza que sea capaz de aporrear en el ordenador...

Mientras, si alguien tiene alguna idea de como se recupera el mojo, que la deje por aquí y se le recompensará, gracias. :-)


Saludos!!

Luz y oscuridad


Su actitud cambió desde ese dia.

Siempre habían sido una pareja nefasta. A veces se preguntaba si había fracasado como padre. Sabía que tenía una mentalidad chapada a la antigua, como se decía en estos tiempos, pero le parecía la correcta. El camino a seguir. Todo el mundo ha de tener unos estudios, y ser responsable, y saber valerse por sí mismo. Y había fracasado. Su hijo empezó bien, pudo costearle colegios de pago, y estudiaba, siempre sacaba buenas notas.

Iba por el camino correcto.

Pero algo pasó, y empezó a desviarse. Nunca supo cómo ni por culpa de quién. Porque seguro que fué por culpa de alguien. Después de muchos años acabó dandose cuenta que al final, todo se reduce a las influencias. No supo corregirle a tiempo, y cada vez con más frecuencia llegaban malas notas, y al ir a buscarle le encontraba en su cuarto, tirado en la cama como si no hubiese ninguna preocupación en el mundo, leyendo aquellos libros, con dibujos macabros en la portada, o dragones, caballeros y princesas. Como si no existieran las hipotecas, los finales de mes, o los problemas laborales. ¿Acaso no se daba cuenta de cómo era la vida? ¿No llevaba años gastando suficiente dinero para educarle?. En aquellos momentos dedicaba todo su desprecio para ridiculizar sus hábitos e intentar devolverle al buen camino.

Pero no tuvo efecto.

Y cada vez se fu
eron separando más. Podía entender que su hijo no compartiese su única pasión, la caza. Pero no entendía qué era lo que hacía mal como educador, y nunca supo entender lo que hacía mal como amigo. Así que se resignó y dejó que el tiempo intentara hacer lo que él nunca supo hacer. Cada uno siguió su camino y parece que ese mismo tiempo fue forjándoles un poco a cada uno. Se definieron los caminos. Y eran como la luz y la oscuridad, sin saber definir exactamente cual era cual, ni a que senda pertenecía cada uno.

Pero algo cambió aquel día. Aquella tarde llegó del trabajo como el resto de las tardes desde hacía incontables años, y su hijo sin mediar palabra fué directo a él a darle un abrazo, sin ninguna explicación, pero con un brillo de tristeza en los ojos. Tiempo mas tarde se enteró del sueño que tuvo el hijo la noche antes del abrazo. Sueño en el que estaban ellos dos, él en una silla de ruedas, incapacitado, y su hijo llevándole a través de una montaña hacia un mirador en la roca desde donde se contemplaba el mundo bajo sus pies. Desde donde se observaban los ríos mas bellos y los bosques más verdes que cabían en la imaginación de una persona que no los había llegado a contemplar nunca en todo su esplendor. Y también se enteró de las últimas palabras que pronunciaba en aquel sueño, palabras en las que, acompañadas con lágrimas en los ojos, le decía a su hijo todas las cosas que les habían quedado por hacer, cómo ir un dia a cazar o a pesca
r los dos sólos, y que ya nunca podrían hacer. Y entonces fallecía.

Desde aquel día, desde el abrazo, cuando aún no sabía lo que pasaba, al mirar a los ojos de su hijo siempre veía un brillo de tristeza. Y aún después, cuando supo por boca de su esposa lo que pasó en el sueño, nunca llegaron a proponerse nada, esperando los dos, que algún dia, antes de que fuera demasiado tarde, se cruzaran los caminos de la luz y de la oscuridad...





En mi búsqueda de la inspiración me he topado con esta historia... real... no es una maravilla de la literatura, ni tiene un final inesperado ni os soprenderá, pero buscando esa misma inspiración, me he dejado llevar por mis sentimientos y lo que habitaba en mis rincones oscuros, y he acabado escribiendo este pequeño homenaje a la estupidez que habita en los corazones, el mío el primero, y en definitiva, un pequeño homenaje a mi padre, con el que nunca me he llegado a entender...



Espejos


Siempre la misma rutina. Doce pisos. Doscientos sesenta y cuatro escalones que le conducían a su cubículo de trabajo en aquella inmensa mole de hierro y hormigón. Y su recuerdo mientras subía. Eso nunca cambiaba, siempre se acordaba de ella, su amor, su único amor, y la madre del hijo que esperaban.

No debieron tomar esa calle. Jamás tuvieron que entrar en el parque a aquellas horas. No debió ceder cuando ella le pidió que pasaran para recoger algunas de aquellas preciosas flores azules que sólo crecían junto al lago del parque y de las que nunca recordaba el nombre hasta que pensaba en otra cosa. Tampoco debió hacerse el valiente con aquel atracador escuálido y con mirada de animal herido que les vino siguiendo.

Pero no pudo preveer que después de avisar a su esposa para que se apartara, aquel hombre, aquel ser menudo y harapiento con una navaja del todo a cien, sacaría una pistola. Tampoco habría alcanzado a imaginar nunca que en el forcejeo el arma se dispararía, y ni muchísimo menos que aquella bala perdida, en su errático recorrido en busca de un lugar en que perderse, toparía por el camino con el cuello de su ángel, de su corazón, de la madre de su hijo y de su propia vida.

Todas las mañana subía por las escaleras para no encontrarse con ella.

Fue una semana después de la noche del parque, cuando de los ojos no podía brotarle mas que polvo, cuando empezó a verla. La primera vez se le paró el corazón delante del espejo del cuarto de baño. El frasco de aquel perfume que compró en su luna de miel se hizo añicos en el suelo, bañando sus zapatos con cristales perfumados. Trascurrieron segundos, minutos, hasta que recobró el control de sus articulaciones, y pese a la advertencia de su cerebro, se giró. Allí no había nadie. Cuando terminó de castigarse por aquella jugarreta de su cabeza, fue a por una fregona para limpiar el suelo de las pruebas de su estupidez y allí estaba ella de nuevo en el espejo, con aquellos ojos de infinita tristeza y un bebé en las manos, tapado con una manta inundada de ositos de gominola y de tigres de chocolate. Una mantita que seguía en la habitación reservada para el bebé que nunca la usó.

No aguantó aquella visión, y con un grito que no podía ser de este mundo, lanzo sin pensarlo los puños contra el cristal. Cuando despertó en el hospital no dio gracias a Dios por estar allí en lugar de estar en el suelo de su casa tiñéndolo de rojo. No dio gracias a los vecinos por alertarse de su grito y avisar a tiempo. Tampoco agradeció a los médicos que le hubieran curado los graves cortes que tenía en ambos brazos. Sólo podía intentar seguir llorando de rábia mientras cerraba los ojos para no mirar al espejo que tenía en la habitación del hospial, porque ya había comprobado que ella le esperaba allí.

Rompió todos los espejos de su casa, compró una maquina de cortar el pelo como las que tienen en las peluquerías y acabó con su media melena castaña para no tener que arreglársela nunca más. Empezó a dejarse la barba para no afeitarse. Pero siempre se encontraba con ella en algún sitio. Evitaba los ascensores, y hasta dejó de coger el coche cuando un día quiso sacarlo del aparcamiento y comprobó que tampoco podía mirar por el retrovisor. Intentó aprender a vivir con ello, pero era más de lo que podía soportar. Empezó a olvidarse de su propio aspecto. Fué a la tumba a rogarle perdón por ella y por el bebé. Llenó la sepultura de flores azules, y rogó y lloró hasta perder la voz, pero siempre volvían. Ella murmurando sin palabras, y aquella criatura envuelta en la mantita sin mover un músculo.

Cuando la cordura poco a poco se iba escapando de su ser, decidió por su cuenta lo que ella le estaba diciendo. Quería descansar en paz. Desde aquel momento, se armó con el revólver que guardaba en el lugar mas alto del armario de su habitación, y salió cada noche a buscar al asesino que la policía no había encontrado aún por encajar en varios perfiles. Todavía le estaban buscando, y seguramente el atracador hubiera preferido que le encontrara la policía. La diferencia habría estado entre pasar un tiempo entre rejas, o acabar con un cargador del calibre 38 a bocajarro en el pecho. Ocurrió lo segundo.

Guardó el revólver en su chaqueta y volvió a casa. Esta vez cogería el ascensor. Entró con miedo y mirando directamente al frente. Estaba sólo. Cerró los ojos y dió gracias a todas las deidades en las que alguna vez ha creído alguien sobre la tierra.

Se giró y pulsó el botón que le acercaría mas a su casa, pero tuvo un irrefrenable impulso de volver a mirar en qué había acabado. En ese primer instante fugaz ni siquiera se había reconocido.No podía ser aquel ser con la cara demacrada, sucia, y cargada de arrugas que se asomaba desde el otro lado del espejo. Pero estaba sólo, y si las leyes de la física no engañaban, los vivos seguían reflejándose. Pero cuando quiso comprobarlo, se le heló la sangre. Alli estaban. Ella con sus ojos tristes y su inmortal susurro sin palabras, el bebé siempre arropado por los animales de gominola y chocolate, y al lado aparecía otra persona, con los eternos ojos de animal asustado, su delgadez, y sus seis agujeros de bala en el pecho.

El "cling" que anunciaba el final del trayecto del ascensor se solapó con el martilleo del revolver mientras intentaba sin éxito alojar una bala en la sien de su dueño. Pero no quedaban mas balas, todas estaban en el pecho de un atracador sin nombre, en un parque lleno de flores azules. El vecino que esperaba por casualidad el ascensor en la misma planta en que vivía el pobre viudo que se cortó los brazos con el espejo, el que intentaba suicidarse en esos instantes, no dudó en avisar a la policía.

Y meses mas tarde, cuando se descubrió el asesinato, cuando le declararon enfermo mental y le alojaron en una habitación acolchada, cuando toda razón escapó de su cabeza y las drogas que le suministraban le hicieron olvidarse de asesinatos y sobre todo, de culpables, sólo entonces, los muertos y los espejos descansaron en paz.


Luna

Frio.

Era lo único que podía sentir alli sentada en el suelo de su habitación. Toda su ropa estaba desperdigada por el suelo cómo ramas seccionadas de un arbol por un extraño capricho, y Nuria temblaba desnuda en la esquina más alejada de la puerta, aunque ella intentaba que fuese la esquina mas lejana del universo.

Sólo podía pensar en una cosa, la luna.

Otra vez salía tarde de clase para variar. De camino a casa hizo el recorrido de siempre, le encantaba pasar por la catedral, aunque tuviera que andar casi el doble de camino, pero siempre compensaba, tanto si llovía como si el hambre podía con ella. Se sentía hipnotizada por la fachada gótica, las gárgolas, las columnas. Pero también le encantaba el ambiente misterioso que siempre rodeaba a la estructura de piedra que llevaba siglos observando el mundo que pasaba debajo. La gente de todas las edades que se reunían alli, que quedaban, los turistas que la visitaban, y las gitanas. Sobre todo las gitanas, de las que se acordaría tiempo mas tarde cuando la sangre se le escapaba de su cuerpo.

Siempre estaban allí, lloviese, tronase o hiciese un calor que derritiera el asfalto. Siempre con sus ramos de tomillo en la mano esperando que pasases al lado para prometerte un regalo, y maldiciendote si pasabas de largo sin dejarles leer tu porvenir por unas monedas. La fuerza de la costumbre hizo que permitiesen a Nuria pasar libremente entre ellas, como si se tratara de uno mas de los animales que rondaban por allí, sin siquiera lanzarle una mirada. Era recíproco, Nuria también las ignoraba, y se sentía feliz de no atraer sus miradas, pero aquel día tenía un mal presentimiento. Supo desde el principio que algo andaba mal, sentía los ojos clavándose en ella mucho antes de doblar la esquina y ver a la gitana. No era ninguna de las de siempre, que también andaban por allí pero no parecían reparar en la presencia de la nueva. Y no apartaba sus ojos de Nuria.

Todo lo recordaba vagamente mientras el frio se apoderaba de ella en la habitación. Recordaba a la extraña gitana de profundos ojos verdes que nunca llegó a decir nada mientras se cruzaban por la calle atestada de gente que rodeaba la catedral. Recordaba la carta que le tendió cuando pasó por su lado, y cómo sin darse cuenta la había cogido sin pararse siquiera a pensar lo que estaba haciendo. Recordaba haber recorrido casi todo el resto del camino a casa sin saber si andaba por la calle o se hundía en un océano de preguntas, y nunca dejó de recordar la figura de la luna en la carta del tarot que hizo el viaje de vuelta con ella.

A la mañana siguiente volvió como todos los dias a la catedral, a devolverle a aquella gitana su carta y a preguntarle el significado, pero no la encontró, y ninguna de las demás le dirigió la palabra. Tampoco nadie parecía haber visto nunca a la gitana de ojos verdes que no tenía tomillo entre sus manos.

O nadie le decía la verdad.

Nuria no era muy confiada, pero aquello torció sus nervios y disolvió el pacto velado que tenía con el resto del universo. Tras esa mañana no volvió a pasar por la catedral. Ahora era territorio exclusivo de las gitanas y sus miradas hostiles. Y las de los turistas, cuando les preguntaba por la mujer que nunca vió nadie. No aguantó tampoco las negativas de las parejas de enamorados que siempre estaban por allí, ni las del hombre del kiosko, siempre atento a todo lo que pasaba en los alrededores. Tampoco pudo entender cuando dos policías la agarraron por los brazos y se la llevaron a comisaría, con el burdo pretexto del escándalo público. Seguro que ellos tampoco entendían la frustración de Nuria ni el sentimiento de que todo el mundo la engañaba. Y seguro que ninguno sabía el significado de la carta. Pero ella sí lo sabía, lo miró en internet, y estaba segura de que la gitana de ojos verdes se estaría riendo de ella mientras preparaba otro plan.

En la oscuridad de su habitación, sintiendo cada vez mas frío, Nuria también recordó como pasaron los días, cómo la gente gente la miraba al pasar a su lado. Y después, las miradas de complicidad entre ellos. Y lo peor era con sus amigos. Tampoco ayudaron. A los que mandó a los alrededores volvieron sin ninguna información, y con un ramo de tomillo en sus manos, como si el destino le jugara una broma cruel. Nadie parecía entender lo que pasaba. Ninguno comprendía el plan que se cernía sobre Nuria, y ella tampoco podría confiar en nadie hasta que todo pasara.

Llevaba días en su habitación, en aquella esquina, encerrada para el mundo y encerrada dentro de sí misma. Y entonces sonó el timbre. Una vez. Y otra. Y otra. Pero no la cogerían, no. Eso no pasaría jamás. Y mientras el ultimo aliento se escapaba de su pecho y la sangre que manaba de sus muñecas se filtraba en la alfombra de la habitación, Nuria se acordaba de las gitanas, y de la catedral, pero sobre todo, de la luna.


martes, 22 de noviembre de 2005

Vuelta a empezar...


Bueno, primero os preguntaréis, ¿qué es esto? ¿No tenía ya un blog en msn? este niño es un agonias... Y con eso podríamos empezar una conversación que no tendría nada que ver con lo que quiero hablar aquí, así que mejor me centro y os cuento...

Llevaba tiempo con la mosca detrás de la oreja en el tema de las licencias. Sí. Lo se. Escribo tonterías, quien narices va a ir a copiarme nada. Pero aún así, por casualidad encontré por ahí un artículo de este calibre (como se nota que nadie leemos las cosas, eh? ;-p).

Así que entre la mosca que os he contado antes, lo poco flexibles que son los blogs de msn (¿habéis visto que bonita la barra de google? sí, ahí a la derecha. No. La otra derecha ;-)), y el "por que sí", dan como resultado un bonito cambio a Blogger!!. Todos mis relatos los iré pasando aquí, y esta página la iré modificando poco a poco... todavía falta practicamente todo, pero bueno, sin prisas. Pienso seguir conservando el blog de msn, a lo mejor me da por mantener dos, cada uno de un estilo distinto (teniendo en cuenta que podeis lapidarme despues de lo poco que actualizo uno, casi que me dejo de coñas de tener dos 0:-)).

Bueno, que me estoy enrollando mucho, que bienvenid@s, gracias por rondar ahora por aquí, y bueno, que espero decepcionar lo menos posible ;-). De momento, aunque parezca mentira, esto ha sido el primer paso de mi retorno...


PD: Ah, admito y espero ansioso sugerencias :-) (no me gusta la letra, el color, no me gustan las lentejas, lo que sea)